domingo, 30 de marzo de 2008

El Fundi lidia con autoridad


José Pedro Prados El Fundi pasó ayer en su primera comparecencia en Sevilla con una autoridad portentosa. Cuajó una faena excelsa al imponente toro que abrió plaza y cuyo premio, tras un pinchazo hondo y un descabello, quedó en una vuelta al ruedo, aunque merecía más y, sorprendentemente, no hubo petición de oreja debido a que el madrileño precisó de un descabello tras un pinchazo. Y cosas de la vida y del público (cada día hay menos aficionados), en el cuarto toro, con menos problemas, tras un trasteo largo y sin frutos, los pañuelos volaron como blancas palomas para reclamar un trofeo que fue concedido por un estoconazo tremendo, tras el que el torero fue cogido feamente.Si El Fundi fuera uno de esos toreros artistas que cuentan con una legión de escribidores palmeros hoy quedaría su nombre grabado en crónicas imperecederas, en las que bien nos pudieran decir que un torero de raza fundió la fiereza de un encastado palha en el crisol del arte. Sí, que nadie se eche las manos a la cabeza. Lo que hizo ayer El Fundi en ese primer toro fue arte en letras de oro, como el color del chaleco que llevaba bajo un terno verde y azabache. Un chaleco que nos podría contar cómo es el corazón de un torero, cómo late ese corazón sin estallarle en el pecho cuando su dueño no pestañea ante la inquietante mirada de un galafate o cuando se pasa las guadañas del toro junto a sus femorales de manera más próxima y cercana a como lo hacen muchas figuras con el borrego de turno.El Fundi puso banderillas en ese primer toro a petición del público. Se resistía. Sabía lo que le esperaba. Un tren de aquellos con carbón se arrancó de largo y le apretó tanto que casi se mete en el callejón para arrollarle, entre tanto el torero tomaba el olivo. Dos pares más de infarto. Sin embargo, El Fundi, con tranquilidad pasmosa cogió la pañosa. Dos, tres muletazos y el toro, por arte de birlibirloque, en los medios. Primera ovación al oficio de un veterano con garra preparado para la guerra. Con calma y sosiego se pasó al toro, que medía y era mirón. Tras varias tandas en las que conjugó valor y técnica, dibujó una serie con la izquierda en la que se impuso rotundamente al toro, que se rajó. La música estalló. Luego, otra tanda. Y ya, sintiéndose vencedor, El Fundi llegó a arrojar muleta y estoque simulado y ofrecer su pecho al Palha, que dudó en acudir a ese desplante osado. Un pulso entre un torero con casta y un toro encastado. Se tiró arriba. Pinchazo hondo en lo alto, que precisó un descabello. Quizás se enfrió el personal por ello. Luego, los espectadores le pidieron una vuelta al ruedo, que fue clamorosa.

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